viernes, 27 de abril de 2012

Una historia en común

Amiga de An: Decís que te gustaría conocer a alguien pero no estás saliendo, te la pasas todo el día en tu casa donde son 2 perros y cuando salís de ahí te encerrás a hacer tonterás, como ver todas las películas románticas posibles he imaginar una relación soñada, en tu casa. Te aviso que los tipos no vienen en un sobre estampillado que te pueden llegar a pasar por abajo de la puerta,  así que estás jodida.
An: Ya seeeeé pero partamos de la base de que jamás saqué nada, ni potable ni no potable, de un bar y menos de un boliche, así que no creo que eso cambie ahora. Por otro lado, ya sé que estoy en un circulo vicioso: no salgo, no conozco a nadie, pero como cuando salgo tampoco conozco a nadie, directamente no salgo, pero así no conozco a nadie y volvemos a empezar.  Es un peste ese circulo, ya lo sé, pero la verdad es que me da demasiada paja intentar hacer algo para salir de él.

Y la charla se interrumpió porque me vino una avalancha de ideas pero me quedé pensando.

(Advertencia: Lo que se viene ahora es una especie de “auto-terapia” terriblemente patética y aburrida.)

¿Será que está tan impuesto que para ser feliz tenés que estás con alguien que aunque estés bien como estás, sola, al no haber alguien, indefectiblemente, aparece algún malestar? 

Yo creo que si realmente tuviera ganas de conocer a alguien, haría algo al respecto, como me pasó en algún momento que salía viernes, sábados y domingos, a donde fuera, con quien fuera.

Me parece que lo que me pasa es que tengo ganas de ESTAR con alguien pero sin pasar por el horrendo proceso del CONOCER a alguien.  No tengo ganas de producirme para que nadie me mire, ni sentarme en un bar a hacerme la linda esperando que algún borracho con ganas de ponerla esa noche me venga a decir tonterias. Ni tengo ganas de pasar por horrendas primeras citas, que hacen estragos con mi panza hasta la hora acordada y después los nervios me hacen decir tantas pero tantas incoherencias que me hacen sentir la reina de las idiotas, y eso en el mejor de los casos. También están las primeras citas malas donde mirás el reloj cada 10 minutos e insultas para adentro porque el tiempo parece que se congeló y no pasa. Esas primeras citas donde te aburrís mucho, pero mucho y así y todo no eso no es lo peor. Lo peor es cuando por fin inventaste una excusa medianamente creíble para poder irte pero llega el maldito momento de la despedida y probablemente el otro no registró tu aburrimiento y tus ganas de meterte a monja de clausura antes de volver a verlo y te quiere dar un beso, así que te disputas entre “ si, se lo doy así me puedo ir más rápido” o “ni loca le doy un beso!”

Definitivamente no tengo ganas de pasar por eso.  ¿No se puede tener un novio con quien ya me sienta cómoda sin necesidad de pasar por todos estos tipos de momentos incomodos antes? Supongo que no, así que me tendré que seguir bancando el malestar de estar sola, porque por ahora, si tengo que poner en la balanza, me jode más apenas pensar en pasar por todo esto que estar sola, por lo menos hasta el próximo resfrío o la próxima vez que realmente aparezca alguien lo suficientemente interesante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario